domingo, 8 de mayo de 2011

Dejen ya de reírse

Podrán cerrar salas de teatro,
podrán callar cines en versiones originales,
atrincherar a las galerías y editoriales,
asfixiar a las bibliotecas,
castigar a escolares en barracones,
y reírse del profesor o el poeta
en tiempos del ladrillo y toda su mugre.

Podrán insultar con la indiferencia
al artista que agite conciencias,
censurar la crítica narrativa,
impedir la belleza poética,
y la estética de la moral,
mutilando donde no proceda el comprometido folio o celuloide.

Podrán despedir al certero periodista,
asesinar la esperanza de una sonrisa valiente,
llamar a teléfonos para castrar palabras incómodas en contestatarias universidades,
vomitarnos risas de plástico ante nuestros rostros serios porque saben bien
que no nos movilizamos ante sus mentiras y comisiones.

Podrán desconectar ordenadores, ayudas;
erigirse sordos ante las concretas preguntas para huir de las obligadas respuestas.
Podrán, sí, elaborar listas negras, grises, o del color de cualquier sombra.
Pero no podrán jamás dormir ya tranquilos porque en el fondo saben,
perfectamente, que asesinen lo que asesinen
nunca acabarán con la curiosidad de las inquietas mujeres y los inquietos hombres...

…esos que abrirán nuevas salas de teatro,
que abrirán cines en versiones originales,
que liberarán galerías y editoriales,
que llenarán de oxígeno a las bibliotecas,
y dotarán a los escolares instalaciones coherentes,
ensalzando con respeto al creador de versos en tiempos de poemas celestes.

Entonces se saludará al periodista
y se pretenderá el cultivo de infinitud de sonrisas y verdades.
Y llamarán a teléfonos parcos
para el fluir libre de palabras en vibrantes universidades.

Será entonces cuando nos contemplarán apesadumbrados,
con miradas arrepentidas por sus imputaciones y gestiones públicas nefastas
desde los próximos carteles electorales
y no con esa mueca irrespetuosa,
a punto de la risa maquillada, riéndose sí,
todos y cada uno de ellos, de todos
los que esperamos algo de pulcritud, sinceridad, y seriedad,
aunque solo sea en esas fotos que inundarán en breve nuestras calles.

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