martes, 31 de marzo de 2009

My Blueberry Rachel

No hace mucho Cristina Rota me comentaba que hoy en día era difícil de encontrar una actriz con la inteligencia, la sensualidad y el saber estar de Rachel Weisz. Totalmente de acuerdo con ella tras ver My Blueberry nights. Dentro de la misma película, impecable en cada segundo, en cada silencio, en cada plano, el señor David Strathairn

Silencio e inmovilidad

Jacques Copeau, uno de los pioneros del teatro del siglo XX, asentado en la innovación escénica y en la profunda renovación del arte de la interpretación dejó escrito en sus ensayos sugerentes cuestiones como esta que ahora os resalto:

"Partir del silencio y de la calma. Este es el primer punto. Un actor debe saber callarse, escuchar, responder, permanecer inmóvil, empezar con un gesto, desarrollarlo, volver a la inmovilidad y al silencio, con todos los matices y gradaciones que implican estos actos.
Inmovilidad. Dominio de la inmovilidad. Mantener la actitud. Un actor siempre tiende a creer que el tiempo de su inmovilidad se prolonga demasiado, de igual modo que, en silencio, se cree obligado a jugar con la fisonomía y, si es figurante, a realizar simulacros de conversación en voz baja, lo cual es puramente grotesco.
El actor siempre hace demasiados gestos, y demasiados gestos involuntarios so pretexto de naturalidad. Y siempre juega demasiado con la fisionomía.
  No sabe que la inmovilidad, como el silencio, es expresiva. Se afana en convertir su silencio o su inmovilidad en expresivos por una sucesión de pequeñas acciones interrumpidas, cuyo objetivo es traducir los más pequeños matices de la impresión que producen en él las palabras de su interlocutor.
El silencio es expresivo por la sinceridad contenida del que escucha, por la simple preparación interior de la respuesta. Un actor que piensa y que siente impresiona al público por la sola calidad de su presencia, sin exteriorizar su pensamiento siquiera mediante una mueca. Cuando un hombre que escucha a su interlocutor, bajando la cabeza y ocultando su cara al público, levante la cabeza para responder, descubriremos la calidad expresiva de su silencio."

Es interesante tener presentes estas palabras, sobretodo al plantearnos nuestro trabajo frente a la cámara. 

martes, 24 de marzo de 2009

Una recomendación

A todo amante del cine. A todo aquel que admire a Cary Grant, a todo actor, recomiendo hoy este libro. 

Larga vida señor Ayala

Hay rostros enciclopédicos, rostros que son libro de ensayo, poemario o recopilatorio de memoria; luces, sombras, muerte e incluso vida. Hay rostros que son paisajes de tiempo, prosa, leyenda, humo, carne y olvidos de labios impronunciables una mañana más en la que los días viajan a la velocidad de los segundos. Hay rostros que desafían centurias, guerras, repúblicas y foscas eras. Hay rostros como los de Francisco Ayala, y esos rostros al llegar a los 103 años despiden por sus serias bocas frases como estas: "Yo ya no cumplo años, los lamento"
¿Cómo no se va a lamentar esa no vida que se prolonga más allá de nuestra posible decisión de no permanencia? ¿Cómo no entristecerse ante ese caducar de nuestras pieles, carnes, ímpetus, ilusiones e inocencias? No sé cuando comenzó a lamentar don Francisco sus años. Pero supongo que fue mucho antes de alcanzar el siglo. El siglo... Denles siglos a los monumentos, a las rocas de ciertas playas, quítenselos a los hombres cuyas reminiscencias vivas no dejan de enviarles directos al encuentro de una imposible juventud pretérita.

lunes, 16 de marzo de 2009

¿Quién teme a Virgina Woolf?

Uno de los placeres a los que me obliga el regreso a mis cursos es el de revivir ciertos inmortales clásicos. Volver a sentir con las tripas y el alma el desgarro de Elizabeth Taylor y Richard Burton bajo la atenta, sutil y fina batuta de Mike Nichols ha sido un placer enorme que se ha extendido hacia lo inimaginable cuando los alumnos han presenciado por vez primera en sus vidas esa catarsis de talento y principio de muerte restallando en blanco y negro en sus límpidas miradas. Nuevamente me ha sorprendido la modernidad de Nichols, esa forma de tratar la atmósfera y el comportamiento de los personajes de un modo atemporal que permite a la mente la peregrina sugerencia de estar presenciando algo rodado ayer mismo, y no hace casi cincuenta años. 
Me sucedió lo mismo visionando hace poco La Colina de Lumet, de la que ya hablaremos en otra ocasión.    

viernes, 13 de marzo de 2009

El sentido encantado del drama

Todos llevamos en nosotros la potencialidad de cada tipo de pasión, de cada destino, de cada manera de vida. Nada humano es ajeno a nosotros. Si no fuera así, no podríamos entender a otras personas, ni en la vida ni en el arte. Pero la herencia y la educación favorecen experiencias individuales y desarrollan sólo unas pocas de nuestras miles de posibilidades. Las otras gradualmente se debilitan y mueren.
La vida burguesa hoy está estrechamente restringida, y es pobre en el sentimiento. De su pobreza ha hecho meramente virtudes con las que abrirse paso, severa y erguida.
Nos ejercitamos diariamente en fortalecer nuestros músculos y tendones para que no se vuelvan débiles. Pero nuestros órganos espirituales, que fueron hechos para actuar durante una vida entera, permanecen sin uso, sin desarrollarse, y así, con el paso de los años, pierden su vitalidad.
Sin embargo, nuestra salud espiritual, como la corporal, depende del funcionamiento regular de esos órganos. Inconscientemente sentimos cómo una risa franca nos libera, cómo un buen grito o un estallido de furia nos alivia. Tenemos una absoluta necesidad de emoción y su expresión.
Nuestra educación obra constantemente contra esto. Su primer mandamiento es: Esconde lo que pasa dentro de ti. Nunca dejes que se vea que estás revuelto, que estás hambriento o sediento; toda pena, toda alegría, toda ira, todo lo que es fundamental y anhela pronunciarse, debe ser reprimido.
El moderno código social ha lisiado al actor, cuyo oficio es corporalizar la emoción. Cuando generaciones han sido educadas para reprimir las emociones., nada queda al final, ya sea para inhibirse o enseñarse. ¿Cómo puede el actor, enraizado fuertemente en la existencia burguesa de cada día, de repente, al anochecer, introducirse en la vida del rey loco, cuyas pasiones inconstreñibles barren como una tormenta en los páramos? ¿Cómo hará creíble que está matando por amor, o que ha matado a otro por celos?...

En el estrecho curso de la vida burguesa, conducida aquí y allí por la corriente de la cotidianidad, las personas se marchitan con el tiempo hasta que se convierten en redondos guijarros. Este proceso opresor tiene también su efecto sobre el carácter psicológico. Sin embargo, el más alto beneficio de la humanidad es la personalidad. En las artes, la personalidad es el factor decisivo; es el núcleo viviente que buscamos en cada trabajo artístico.

Max Reinhardt        

jueves, 12 de marzo de 2009

la capacidad de un solo verso


En ocasiones un solo verso tiene la capacidad de cien novelas. Hoy el ejemplo es este mismo que acabo de leer del poemario Retratos con nombre de Vicente Aleixandre: "La soledad repleta de vida no es tristeza"


lunes, 9 de marzo de 2009

Rourke


The Motorcycle boy ha tardado 25 años en transformarse en eso que tanto amaba, un Rumble fish denominado The Wrestler.
En eso pensé al verle volar en cámara lenta sobre otro pez sin escamas ni río que diría Lorca. En eso y en tantas otras cosas... El tiempo es un duende cabrón que siempre nos gasta curiosas bromas. 

martes, 3 de marzo de 2009

La inteligencia implica leer entre líneas, entre palabras, entre dos silencios, escuchar siempre con la mente bien alerta. Entonces uno escucha no sólo con el oído, sino también sin el oído.
Krishnamurti