A veces
mi mirada queda suspendida en el aire,
respirando la posibilidad de un redondo instante
en el que un niño corra y salte sin orden
alrededor de una fuente,
o una chica dulcemente
cruce la calle liviana y perfecta
con su perfecta y liviana bicicleta,
o un anciano mudamente
coleccione memoria y tiempo,
o unos adolescentes
intercambien besos furtivos
bajo el intenso sol
que contempla
cómo se pelan la clase de literatura
para poder dar un poco de poesía
a sus infinitas vidas jóvenes.
Tan jóvenes. Tan infinitas.
jueves, 2 de diciembre de 2010
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