HACIENDOME MAYOR
Voy a ti,
insondable edad
que prolongarás mis arrugas,
mis carencias, mis nubes
mis interrogantes,
mis adioses últimos,
y mis canas.
Voy a ti,
como hombre claro y sereno,
desprovisto de pueriles miedos,
desnudo de infranqueables infancias.
A ti me dirijo.
A ti voy,
con firmeza de monte
de centenas de milenios,
con enigma de noche,
con fluir de océanos.
Voy a ti,
caminando erguido,
con el orgullo de un bagaje preciso
del que no reniega quien a ti va,
quien de ti ha huido.
Voy poco a poco,
pero a ti decidido,
edad que me deparas edades,
caprichos, errores nuevamente,
y el amor, aunque tal vez escondido.
Voy, a ti,
alcanzándote en cada paso,
en cada madrugada o verso,
en cada labio o apellido.
Voy a ti,
flor del asfalto dañino,
pez de sonrisa de plata
y concluir húmedo y diamantino.
Voy a ti
edad que me recoges hombre,
todo sangre, carne,
palabra, verdad y recuerdo
de bosques y cementos.
Voy solo,
pájaro azul en las vacilantes nubes,
unicornio generoso,
descarnado de reproches,
enfados o recelos.
Cierro con amor
el amor múltiple entregado.
Para ir hacia ti
vacío y puramente renovado.
Dispuesto a la llamada
de los anónimos cisnes
que ya despliegan sus posibilidades
ante mis treinta y cinco
que iniciaticamente van quedando atrás
mientras a ti ahora me dirijo.
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