sábado, 8 de mayo de 2010

Mi querido Galiardo

Siempre que me reencuentro con mi querido Juan Luis, ya sea en rodajes, ya sea en Teatros, ya sea tomando un café en el que disfruto de su verbo y su sabiduría, de su ironía y su concepto esperpéntico de la vida y de este extraño y mediano lugar que es el país nuestro, como él mismo siempre apunta; cada vez que compartimos un momento, siempre se me queda en el alma como uno de esos grandes instantes que acontecen en forma de regalo que le ofrece a uno la vida. El otro día disfruté enormemente de su genial interpretación de EL AVARO de Moliere en el María Guerrero, pero sobretodo de una charla tan rica o más quizás que esos platos de jamón ibérico que nos sirvieron generosa y gentilmente en la taberna del Gijón donde uno respiraba en cada instante una especie de privado retal de sencillo tiempo histórico.

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