miércoles, 18 de enero de 2012
En el Congreso de los Diputados...
La vida en ocasiones te depara improvisadamente la ocasión de encontrarte en lugares interesantes como el de esta tarde... Cómo impresiona entrar por vez primera en el Congreso de los Diputados. Cómo impresiona sentir allí el silencio de la Historia, vibrando en las maderas, los tapices y los cueros. Cómo impresiona dirigir tímidamente la mirada al techo, justo donde se encuentran todavía hoy aquellos agujeros de bala cuyo impacto he vuelto a escuchar con ese efecto catódico no ya en mis oídos, sí en mi memoria, sí en mi pecho...
El lugar, así como lo he vivido, vacío de reproches, rostros, o discursos con o sin contenido, acontece cargado de significado. Ver vacío el Congreso no sé si es metáfora o solución; no sé si terapia encontrada sin búsqueda en la que como ciudadano uno siente formar parte de algo, aunque muy debilitado, pero que es tangible y sí, con probable arreglo.
He quedado pensando unos segundos en que todos nosotros somos diputados de ese Congreso tengamos asiento o no, pero la desidia nos hace no frecuentar este concepto, casi olvidarlo.
Y he pensado también que el día en que la política la vivamos todos como un ejercicio público y global y no desde la pasividad de dejarles a unos pocos hacer, ese día, sí que seguirá teniendo sentido ese concepto griego de... Poder del Pueblo...
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