domingo, 12 de febrero de 2012
Que viva EsPena!
"A veces, cuando veo lo que pasa por el mundo, me pregunto: ¿Para qué escribo? Pero hay que trabajar, trabajar. Trabajar y ayudar al que lo merece. Trabajar aunque a veces piense uno que realiza un esfuerzo inútil. Trabajar como una forma de protesta. Porque el impulso de uno sería gritar todos los días al despertar en un mundo lleno de injusticias y miserias de todo orden: ¡Protesto! ¡Protesto! ¡Protesto!"
FEDERICO GARCÍA LORCA
(...)
En pleno estudio una vez más del mágico autor y su negra época me voy quedando de piedra y no sé si de leche amarga cuando computo una y otra vez renovadas y no vacilantes sintonías de ceniza y mugre con lo peor que nos cubre y denomina en esta nación desesperada llamada España... España... ¿Es Paña o Es Pena? Sí, en mi país Es Pena, los obtusos dejan sin dignidad al más digno oficio del mundo, el de la docencia; el niño tiembla de frío como un pez sin escamas ni río lorquiano en las gélidas aulas o tristes lunas. En los hospitales los doctores caminan sin pies por los pasillos, ni manos les quedan ya para sanar a los ciudadanos del mundo que todavía aplauden el robo y las distintas corruptelas porque sólo saben aproximarse a por el refugio del abrazo paternal a quien lleva puesto el traje elaborado por encargo o soborno del mejor sastre sin facturas claras. Los ancianos siguen siendo niños desnutridos buscando a sus muertos, los cadáveres que coleccionaron los engominados expulsándolos a las tripas del las tierras anónimas y rurales. Y si alguien pretende localizarles los difuntos, señalarles con el dedo, el corazón, la rabia contenida y las mudas palas, todo el aparato político y jurídico, como serpientes negras infladas de veneno y sinrazón, lo convierten en Es Pena en un culpable por eso mismo que le aplauden en el resto del castigado Mundo donde puede ser poeta, mientras es bandido apedreado en este lugar al revés donde las calles poco a poco se tiñen de blanco y negro, donde los que protestan son hormiguitas de absurda aceituna para los sordos que se aposentan en sus sillones en los pisos altos donde son incapaces de sentirse niños ni jilgueros, y se enganchan a la impermeable edad fosca y adulta cuyas paredes no pintan ya con la cal blanca de sus veranos en familia, y sí con el frío papel de los billetes de 3 cifras. Es Pena es un lugar donde todavía el Sol es público y por eso hay todavía cabida para la sonrisa. Pero pronto en Es Pena se privatizará el Sol, pronto las playas que cubrirán de renovados cementos. Pronto los indecentes se harán multiplicadamente más y más ricos a costa de los muertos de gripe en los pasillos de los hospitales que acudían por otro tipo de urgencias. Pronto así será, peor como pensamos y digo porque ellos ya saben que pueden batir el mayor record de engaño y criminalidad posible, porque todo el rebaño, aunque herido de muerte, les sigue dando su ciega confianza. Por eso la triste Es Paña se convierte en la alegre Es Pena, donde los políticos acudirán a los hemiciclos no con coches oficiales Mondeo y sí con cárdenos Ferrari de Fórmula 1, porque sencillamente cuestan más, y gastan mucha más gasolina, y liquidan más pronto el medioambiente, y generan un crudo y súbito olor a quemado, no sé si a pólvora en la celeste atmósfera. Es Pena es como se quedará esta tierra nuestra, o tal vez no miraba más allá de la terreta ya no tan violeta y naranja, esta tarde doliente en lo social, cuando sigo caminando por el infinito de LORCA, verso a verso, réplica a réplica con Margarita Xirgu como YERMA en un cortijo renovado de no pan, pero sí circo y pandereta llamado Es Pena... Es Pena... Es ay... que Pena Penita Pena...
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