jueves, 25 de febrero de 2010

¿Dónde estamos?

Todo está estancado, como en un constante fango que impide generar nuevas energías creadoras liberadoras. Porque no hay compromiso, no hay ideología, no hay hoy en día sino una falta evidente de valores. Ya no se pretende cambiar el mundo, tan solo cambiar las cuentas corrientes privadas. Ya sólo cerrar la puerta de casa y quedarse protegido de lo ajeno. Lo ajeno para el otro, no para mí, no conmigo. No ya en grupo, ya únicamente en soledad, solitario, con Internet el sexo, con la tele los amigos. Nos convertimos en seres autómatas que van y vienen de los trabajos sin tiempo para la familia ni los amigos. Han desaparecido las tertulias, las reuniones. Todo el mundo sólo ansía una cosa, llegar a casa, encerrarse al mundo. Y por tanto hay una industria doméstica poderosísima para proteger ese aislamiento, para disfrazar la soledad perpetua de los individuos que tanto se regocijan de ser singles, solteros, solos, pero que en el fondo andan con una tristeza descomunal en sus adentros, con una colección de calladas huidas y mudos miedos que les impiden ser, desarrollarse y fluir ante el otro ser humano posible que le sonríe, le abraza, le besa o le pretende. Estamos viviendo en una sociedad en la que nada importa que bombardeen diariamente a miles de inocentes. Ha llegado un momento en el que los gurús de la felicidad hacen su eterno agosto porque todo humano occidental se ha dado cuenta de que todo aquello que se le enseñó a perseguir, a conseguir, carece del verdadero sentido. Somos autómatas programados por un sistema autómata que nos entrena a la caza y captura de dinero, y a no respetar el valor espiritual de las cosas, de la naturaleza, de los otros seres humanos. Ponemos etiquetas a toda hora, cargamos lingüísticamente a todo ser que nos encontramos, y casi hemos perdido la capacidad de comprendernos desde el silencio, desde el tacto, desde el saberse aunque hablemos otro idioma. Y no hay posibilidad de regresar a la escucha, al silencio que nos comunica con la verdad, con la esencia que el sistema nos quiere ocultar, porque hemos caído en su mejor trampa, en la de entender que la velocidad en nuestras vidas es buena y necesaria. Esa velocidad que en culturas mucho más espirituales se entiende como muerte.

1 comentario:

  1. Sergiooo......me has dejado con la boca abierta, por dios!!
    Has expresado un sentimiento que tengo y comparto contigo, la gente ha cambiado y sigue una línea que le lleva a "nada", se alegra de algo que en realidad no le gusta, pero quiere hacer ver a los demás, que no es malo, y que se encuentra "bien"......jooooo, que bueno, por qué no me comentaste antes de este blog donde expones tus ideas??

    Desde luego..........será que la noche no lleva a nada.

    Un beset i ens vejem promte.

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