lunes, 16 de marzo de 2009

¿Quién teme a Virgina Woolf?

Uno de los placeres a los que me obliga el regreso a mis cursos es el de revivir ciertos inmortales clásicos. Volver a sentir con las tripas y el alma el desgarro de Elizabeth Taylor y Richard Burton bajo la atenta, sutil y fina batuta de Mike Nichols ha sido un placer enorme que se ha extendido hacia lo inimaginable cuando los alumnos han presenciado por vez primera en sus vidas esa catarsis de talento y principio de muerte restallando en blanco y negro en sus límpidas miradas. Nuevamente me ha sorprendido la modernidad de Nichols, esa forma de tratar la atmósfera y el comportamiento de los personajes de un modo atemporal que permite a la mente la peregrina sugerencia de estar presenciando algo rodado ayer mismo, y no hace casi cincuenta años. 
Me sucedió lo mismo visionando hace poco La Colina de Lumet, de la que ya hablaremos en otra ocasión.    

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