En Madrid, todavía coleccionando sin que dependa del propósito de uno mismo carambolas cósmicas. Encuentros y reencuentros con gente que tienen su conexión en lugares que no se esperaban. Todo resolviéndose favorable y fácilmente. Todo como colocado por un director de escena. También los diálogos. También los rostros y sus sonrisas. Algo vibra intangible en el aire. Algo maravilloso que está a punto de suceder. Estoy en plenitud con esa idea o sensación. Todos podemos acariciar esa posibilidad quimérica. Sólo hay que ver la vida no con la mirada que nos proporcionan los ojos, sino con la mirada que nos proporciona el corazón y el alma.
Si lo pensáis un sólo segundo más de la cuenta, abrazados a un denso silencio, entenderéis de lo que hablo, y no leeréis con incredulidad y posible sorna estas palabras. Y si aun lo hacéis así, ya os llegará el momento, espero, de daos cuenta que lo que tiene que suceder está sucediendo en todo momento a nuestro alrededor, y está fácilmente a nuestro alcance. Pero sencillamente no nos damos cuenta. No nos damos cuenta. No nos damos cuenta... A que sí, a que sabéis de lo que hablo... ¿Queréis jugar entonces conmigo a las carambolas cósmicas?
viernes, 24 de septiembre de 2010
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