jueves, 9 de agosto de 2012

Por la Gracia de Sancho

 Ya cabalga Sancho Gracia por valles de nubes, utopías o ensueños.
 Ya se agotaron Montoyas, Tarantos, 800 balas, 507 cajas de cigarrillos.
 Ya toda la Comunidad despedirá con lamento y memoria prendida
 al truhán camionero hispano, al guerrillero bruno y aceitunado.

 Ya con temple, pecho hacia fuera, whisky hacia adentro.
 Ya mirada felina atravesando el horizonte mismo con el trabuco.
 Ya la sonrisa ladeada desafiando cualquier afrancesado horizonte
 o celuloide, o telón, o claqueta, o abismo.

 Ya a la mujer oscura y última entregándose con valor torero.
 Ya como mandan los principales cánones de esa masculina casta que
 ya tan altamente representa o preside a pie bravo,
 o a lomos de cualquier erguido y blanco equino.

 Ya otro menos indiscutible voraz actor de raza quijana.
 Ya otro latino acanallado y rotundo se va diluyendo.
 Ya el hombre de ímpetu serrano residirá ya, poco a poco,
 sólo en filmotecas y anecdotarios de nostálgica resistencia
                                                    y no sé si pronto olvido.)

 Ya la castiza y firme forma en las tablas.
 Ya ese calibrar con intensidad de siglos un indeleble primer plano.
 Ya entre doce hombres no sé si con piedad, en ese blanco y negro
 con aroma a Bódalo, Merlo, Rodero, y a tabaco y café tocado.

 Ya aquellos consejos y anécdotas que recibir de su nombre.
 Ya la ausencia de la figura excelsa de cómico o leyenda.
 Ya icono de una época fuertemente detenida en el tiempo
 cuando el actor era todo un hombre con solo veinte años.

 Ya todo ello como un celuloide en nebulosa.
 Ya con el eco, no sé si difuso de ese consabido grito: Corten!
 Ya para prolongar por siempre la Gracia
 de un enorme e irrepetible Sancho.

 Ya claqueta final.
 Ya aplauso encendido.
 Y ya el resto, sólo silencio
 como bien es sabido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario