martes, 31 de marzo de 2009

Silencio e inmovilidad

Jacques Copeau, uno de los pioneros del teatro del siglo XX, asentado en la innovación escénica y en la profunda renovación del arte de la interpretación dejó escrito en sus ensayos sugerentes cuestiones como esta que ahora os resalto:

"Partir del silencio y de la calma. Este es el primer punto. Un actor debe saber callarse, escuchar, responder, permanecer inmóvil, empezar con un gesto, desarrollarlo, volver a la inmovilidad y al silencio, con todos los matices y gradaciones que implican estos actos.
Inmovilidad. Dominio de la inmovilidad. Mantener la actitud. Un actor siempre tiende a creer que el tiempo de su inmovilidad se prolonga demasiado, de igual modo que, en silencio, se cree obligado a jugar con la fisonomía y, si es figurante, a realizar simulacros de conversación en voz baja, lo cual es puramente grotesco.
El actor siempre hace demasiados gestos, y demasiados gestos involuntarios so pretexto de naturalidad. Y siempre juega demasiado con la fisionomía.
  No sabe que la inmovilidad, como el silencio, es expresiva. Se afana en convertir su silencio o su inmovilidad en expresivos por una sucesión de pequeñas acciones interrumpidas, cuyo objetivo es traducir los más pequeños matices de la impresión que producen en él las palabras de su interlocutor.
El silencio es expresivo por la sinceridad contenida del que escucha, por la simple preparación interior de la respuesta. Un actor que piensa y que siente impresiona al público por la sola calidad de su presencia, sin exteriorizar su pensamiento siquiera mediante una mueca. Cuando un hombre que escucha a su interlocutor, bajando la cabeza y ocultando su cara al público, levante la cabeza para responder, descubriremos la calidad expresiva de su silencio."

Es interesante tener presentes estas palabras, sobretodo al plantearnos nuestro trabajo frente a la cámara. 

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